domingo, 12 de junio de 2011

Verano

Hoy, al levantarme, he sentido más calidez en el clima que en los últimos meses.
He sentido el sol mañanero surgir de las montañas y, con cada uno de sus millones y minuciosos rayos de luz, despertar las casas del pueblo.
Hace un tiempo espléndido; con un cielo uniforme, totalmente homogéneo, celeste, como pintado por un niño de cinco años en un gran plano; con un sol cegándome a conciencia, un sol mágico con todos los colores en cada uno de sus rayos; con la ausencia total de nubes, a las que le podría haber dado forma; con un increíble mar, pasos hacia delante, como vista principal del porche.
De pronto, como quien no quiere la cosa, empecé a bajar los escalones, encontrándome por sorpresa una carta, dentro de una botella, haciéndome sentir como un náufrago:

Si lo lees, es que al fin te has lanzado. Hace tiempo que acabó el otoño; invierno pasó, con su neblina, dejándonos la alegría de la primavera; y ahora toca el fin de ésta, que te pone en contacto con tu mar; el verano.
Me alegra enormemente que hayas bajado esos peldaños, que te hayas decidido a afrontarlo; el tiempo pasa, y no por ello debes estar más triste. Cuando envejezcas, serás feliz por lo vivido, y la melancolía te recorrerá por dentro, por haber perdido lo hecho, sí, pero tendrás una genial experiencia, y una vida en plenitud. ¿No?
Vive, a pesar de que con el verano debas perder ciertas compañías y privilegios; vive, aunque tengas que sortear los obstáculos y miedos; lánzate, puedes hacerlo.

Gracias, gracias mil por lo que vas a hacer, por lo feliz que me hace pensar que vas a seguir tu camino, feliz, con dichas y desgracias; con el equilibrio que, al fin y al cabo, es la sustancia de la vida. Recuerda: si fuéramos perfectos, el aburrimiento y la monotonía devorarían nuestra existencia sin demora.
Tú no eres perfecta; eres justamente el equilibrio que ando buscando, la paz y armonía que la sociedad es incapaz de conseguir, eres el brillo que nos hace falta; no te apagues.


Cada letra hacía más fácil el hecho, más normal y cómodo, me hacían más feliz. Me hicieron sentirme especial, y... se lo agradezco, sí.
Caminé, firmemente por la arena, sintiendo ese como un día cualquiera, y metida en mi universo... ¿por qué hay que tener tiempo, si es tu mundo? No, ni hablar. No iba a estar sometida a las decisiones externas, aunque influyeran en mi vida real. Serían las mejores posibles, sí, pero mi mundo siempre quedaría ahí para refugiarme.
Llegué a la orilla, y me senté, todavía en camisón, que se llenó de barro y salitre.
Había miles de conchas, de todos los colores, e incluso vi algunos pececitos nadando por la orilla; libres.
Ha llegado el verano y, por mucho que esto me entristezca, hay que vivir, con pérdidas o sin ellas, feliz, disfrutando de lo que tienes, y luchando por hacerte un hueco en determinada sociedad; que la gente escuche tus ideas, no te hundas en el infinito océano del fracaso; que no es fracaso quien no logra lo que quiere, sino quien se da por vencido a la hora de lograrlo.

Personas a las que la llegada del verano les deprima, no hacedlo este año. Puede que el aburrimiento y la soledad te hagan delirar, pero fíjate en la gente que disfruta del verano. ¿No quieres ser tú uno de ellos? He dado muchas vueltas a lo largo del texto, aparentemente imbéciles, pero espero que con muchos mensajes positivos. (O a lo mejor el verano me está haciendo delirar)

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