lunes, 2 de septiembre de 2013

Odio

Da igual el tiempo que pase. El reencuentro siempre llega. Y ha sido como siempre: el mismo nerviosismo, las mismas sonrisas, la misma atención, los mismos sentimientos concebidos y la comprensión en el silencio.
Chocamos unos segundos, y fue una ilusión al comienzo que nunca empezó. No sé por qué, al final todo lo importante de la vida se reencarna en los pequeños detalles, en lo más corto y breve, en lo simple.
Cuando pienso en frío, el amor me cansa. Es un dolor que te encuentra en la felicidad, algo que cuesta más superar que vivir: un problema para el futuro.
Y sin embargo aquí me veo, buscando su mano entre las sábanas vacías, sonriendo al recuerdo de su sonrisa, suspirando su amabilidad y dedicación, porque son verdaderas. Huyo del amor, y este me prepara el destino.
No soy capaz de verlo ahora, pero me convenzo de que esto será dolor, tendrá su final amargo y su desgarro al corazón. Pero la tenacidad con que me empeñe en verlo da igual, porque ya me ha ganado.
Lo amo, y por eso odio el amor.