viernes, 24 de junio de 2011

Vida, natural y nocturna.

Eran las 07:02, acababa de despertar de una pesadilla.
No voy a decir que sea por tu culpa, creo que queda bastante claro entre líneas.
Tú, con tu magnífica maliciosa sonrisa; esos ojos rojos que se introducen en tu cuerpo, quedándose entre pecho y espalda, provocando una agonía indescriptible en tu interior; tu nariz, perfecta, de esas en las que no te cansas de deslizar el dedo; tus labios, rojo carmín, prominentes, atraías a cualquier hombre, excepto a los invidentes, que quedarían atrapados por tu melodiosa voz.
Yo, presa en mi vida, vagabundeando, yendo tras de ti; de tus armoniosas medidas, de tus perfectos perfiles y maravillosas caricias, esperando llegar a mi objetivo. A veces me guiñabas, y yo enrojecía, sin poder contener las ruborizaciones de mis abultados mofletes, sumergida en mis propias fantasías, que eran mías, sí, pero no voy a quitarte el logro de producírmelas.
Algunos paseos por el parque, interminables y aburridos para ti, pero para mí inmensamente felices. Días de playa, veraniegos y no tan veraniegos, por el placer de pasar un rato contigo entre mi fuente de inspiración, en invierno con olas azotando las conchas de la playa, en verano con una macrosaturación a base del gentío y el sol quemando tu piel, que no bronceándola, no; tú y tu perfecta piel pálida, sin una minúscula manchita. Tu pelo al viento, tampoco celestial, sinceramente. Tu pelo no era muy agraciado, lo sabes bien, y siempre intentabas ocultarlo. Largas coletas, trillones de pinzas y pasadores, rizos, tirabuzones, alisado, tintes... de todo, con tal de ocultar tu naturaleza y parecer un tesoro intocable, que no era intocable, aunque para mí sí, y lo más cerca de tocarlo que estaría sería en mis sueños; dulces y deliciosas fantasías, donde no hacía más que complementarte. Sin embargo, todos los hombres deslizaban cada día su piel por la tuya, placenteros, mientras otros miraban tras la celosía. Tu vida tampoco era diferente; de flor en flor, pétalo en pétalo y cáliz en cáliz, no parabas de mariposear. No, nunca te dije lo que sentía. ¿Para qué? No ibas más que a reprochármelo, decirme que no era lo correcto, que ni si quiera era sano; que no debía y no podía, por más que quería y deseaba.
Para mí es no más que una tortura el sentimiento, aunque he de decir que sólo en mi soledad; contigo es un dulce capricho.
Que no porque me lo hayas hecho pasar mal te guardo un rencor infinito, no, ya me deberías conocer, no soy tan vengativa. Sólo es que hubiera necesitado que durara más tiempo, un tiempo sin fin, o que nunca hubiera comenzado. Pero... Bueno, a lo hecho pecho.
Mi intención no es producir tristeza a quien lea esto, ni tampoco producirte arrepentimiento a ti, aunque ya sé que es imposible. Sólo busco liberarme, expresarme, entenderme... y qué mejor que hacerlo así, ¿no?
No sé qué ha sido de ti, de tu vida. No sé cuántos corazones vas a ir rompiendo por ahí, ni los que has roto tras de mí, sólo conozco las cicatrices imborrables de tus besos en mi moteada piel, besos no más que amistosos y... ¡santo cielo, si no los anhelaba más que despertar cada mañana! Las películas de recuerdos que ansio repetir, como una rata acudiendo a su trampa quesera; masoquista.
A veces me vienen corrientes; verdaderas fuentes de agua gráfica, que me hacen sentir pequeña en el gran mundo; me hacen sentir una imbécil. ¿Tú, yo? ¡No! Yo ya sabía que no, desde el principio que lo supe bien, pero claro, estas cosas no se evitan, no se pueden evitar, ya lo intenté. No hacen más que prolongar la obsesión, hacerla más fuerte y consistente; invencible.
No te he conseguido olvidar, ni lo haré. Tampoco es que tenga un interés especial en hacerlo, has sido mi vida y la quiero entera para mí.
Aunque ahora no hago más que llorar, lastimarme en recuerdos y formar auténticas piscinas en mi casa, sé que lo superaré, y no olvidándote, sino aceptándolo. Mi vida no es tan mala, tengo una casa decente, céntrica, en el pleno corazón Cordobés. Tengo un bonito patio verde, con flores de colores, un ático con celosías, y unas vistas espectaculares. Los atardeceres parecen congelar el tiempo, iluminado mi casa con dorados rayos, que por momentos, momentos instantáneos, me hacen olvidar tu penetrante mirada. Las noches no están mal tampoco, el murmullo Cordobés alegra a cualquiera. A veces yo también salgo, buscando algo de comprensión en algún pub o bar, o intentando verte, pero todavía no he encontrado nada.
Ya mentado, no quiero que te sientas mal, sólo quiero que veas cómo avanzo, más bien para quitarte un peso de encima, si aún te preocupas por mí. No lo hagas más, no tienes necesidad. Yo estoy bien, o es lo que intento y espero, y poco a poco voy progresando. Quiero saber de ti, aún tengo la esperanza de que nos volvamos a encontrar.

Te quiero, y soportándolo.

                                                                                                    ~Luca.

martes, 21 de junio de 2011

Aburrimiento.

Últimamente, siento cómo mis horas se consumen sin sacar algo de provecho en ellas.
Veo cómo los niños de la calle juegan, cómo el sol azota en sus coloradas y sudadas pieles, provocándoles un tono dorado con la luz del atardecer. Percibo cómo la alegría y actividad infantil alumbra la calle del juego, cómo me gustaría jugar con ellos.
Mientras yo estoy aquí, reclinado en un sofá, viendo programas inútiles para consumir mi vida, me siento imbécil. Atolondrado, dejando que mi cerebro se apague y que el vaguerío consuma mi cuerpo, dejándole a mi vida un sofá como recuerdo...
Pero... no me quiero levantar. La pereza consume cada célula de mi cuerpo, dejándome muerto en vida.
Mientras, tú, eres vida en muerte. Alegras a todos con tu vitalidad enérgica, dejandome a mí en la más inmensa sombra por mi flacidez.
Lo mejor es que me da igual, siento como mi vida se va, y no quiero ponerle remedio. Así estoy demasiado cómodo.
El aburrimiento no es más que el sentimiento que hace que la humanidad avance; que la gente haga cosas, que se creen cosas, que se sientan cosas...
El aburrimiento es el sentimiento que más nos controla; que nos hace perezosos o activos, depende de la pasividad del sujeto.
Yo, activo en la pasividad, me aburro, y tengo miedo de convertirme en una escoria por el peligroso control que ejerce el sentimiento...
Aunque me da igual...

domingo, 12 de junio de 2011

Verano

Hoy, al levantarme, he sentido más calidez en el clima que en los últimos meses.
He sentido el sol mañanero surgir de las montañas y, con cada uno de sus millones y minuciosos rayos de luz, despertar las casas del pueblo.
Hace un tiempo espléndido; con un cielo uniforme, totalmente homogéneo, celeste, como pintado por un niño de cinco años en un gran plano; con un sol cegándome a conciencia, un sol mágico con todos los colores en cada uno de sus rayos; con la ausencia total de nubes, a las que le podría haber dado forma; con un increíble mar, pasos hacia delante, como vista principal del porche.
De pronto, como quien no quiere la cosa, empecé a bajar los escalones, encontrándome por sorpresa una carta, dentro de una botella, haciéndome sentir como un náufrago:

Si lo lees, es que al fin te has lanzado. Hace tiempo que acabó el otoño; invierno pasó, con su neblina, dejándonos la alegría de la primavera; y ahora toca el fin de ésta, que te pone en contacto con tu mar; el verano.
Me alegra enormemente que hayas bajado esos peldaños, que te hayas decidido a afrontarlo; el tiempo pasa, y no por ello debes estar más triste. Cuando envejezcas, serás feliz por lo vivido, y la melancolía te recorrerá por dentro, por haber perdido lo hecho, sí, pero tendrás una genial experiencia, y una vida en plenitud. ¿No?
Vive, a pesar de que con el verano debas perder ciertas compañías y privilegios; vive, aunque tengas que sortear los obstáculos y miedos; lánzate, puedes hacerlo.

Gracias, gracias mil por lo que vas a hacer, por lo feliz que me hace pensar que vas a seguir tu camino, feliz, con dichas y desgracias; con el equilibrio que, al fin y al cabo, es la sustancia de la vida. Recuerda: si fuéramos perfectos, el aburrimiento y la monotonía devorarían nuestra existencia sin demora.
Tú no eres perfecta; eres justamente el equilibrio que ando buscando, la paz y armonía que la sociedad es incapaz de conseguir, eres el brillo que nos hace falta; no te apagues.


Cada letra hacía más fácil el hecho, más normal y cómodo, me hacían más feliz. Me hicieron sentirme especial, y... se lo agradezco, sí.
Caminé, firmemente por la arena, sintiendo ese como un día cualquiera, y metida en mi universo... ¿por qué hay que tener tiempo, si es tu mundo? No, ni hablar. No iba a estar sometida a las decisiones externas, aunque influyeran en mi vida real. Serían las mejores posibles, sí, pero mi mundo siempre quedaría ahí para refugiarme.
Llegué a la orilla, y me senté, todavía en camisón, que se llenó de barro y salitre.
Había miles de conchas, de todos los colores, e incluso vi algunos pececitos nadando por la orilla; libres.
Ha llegado el verano y, por mucho que esto me entristezca, hay que vivir, con pérdidas o sin ellas, feliz, disfrutando de lo que tienes, y luchando por hacerte un hueco en determinada sociedad; que la gente escuche tus ideas, no te hundas en el infinito océano del fracaso; que no es fracaso quien no logra lo que quiere, sino quien se da por vencido a la hora de lograrlo.

Personas a las que la llegada del verano les deprima, no hacedlo este año. Puede que el aburrimiento y la soledad te hagan delirar, pero fíjate en la gente que disfruta del verano. ¿No quieres ser tú uno de ellos? He dado muchas vueltas a lo largo del texto, aparentemente imbéciles, pero espero que con muchos mensajes positivos. (O a lo mejor el verano me está haciendo delirar)

sábado, 11 de junio de 2011

Simplemente, tú.

A veces, cuando ríes o lloras, siento que el mundo es tuyo.
Sinceramente, hace tiempo que sé que me controlas, asumido está. Pero, al principio, no sabía que podrías llegar a influir tanto en mí.
Un simple cambio, que desembocó en esto, un sentimiento sencillo e importante, como la vida misma.
Las primeras conversaciones, las primeras bromas y complicidades, los secretos, poco después, y por último, la unificación en un sólo ser.
Eres de esas personas a las que, cuanto más se las conoce, más se las quiere; de compras, confidencias, ilusiones, depresiones, alegrías, o lo que sea, no dejas de sorprenderme con tu genialidad.
Recuerdo esas tardes que tú y yo pasábamos juntas, y pasamos todavía, molestas al separarnos: a veces, estudiando, otras, simplemente por diversión.
Sé como complementas cada minuto de mi vida, cómo me haces sonreír con dos o tres palabras, y cómo haces que la felicidad aflore entre las penas.
Soy consciente de lo que te aprecio, de lo importante que eres para mí, y de que siempre, de cualquiera de las formas, estarás presente en mí.
Puede resultarte exagerado, o precipitado quizá esta Oda a nuestra amistad, pero es realmente así como me siento.
Y sé que quedan muchos momentos, sí, como por ejemplo, el verano, con el sol azotando los diminutos granos de arena, pequeñas piedrecitas empeñadas en freír nuestros descalzos pies; con el mar, gélido tras la horneada, aburridas, riendo por flojera...
El próximo curso también, con sus horas muertas de música, las críticas a ciertas víboras (totalmente despectivo) , leyendo esos libros que tanto odio que leas en horas de clase; con su inglés, rellenando la agenda, supuestamente "laboral", de conversaciones infinitas; o las horas de lengua, que si son iguales que las de este año, no precisan de descripción, tú ya las entiendes.

Podría continuar hasta el infinito, lo sabes, pero para qué repasar infinitamente la "molonguería" de tus actos (no confundas con mongolería), si ya sabes que me parecen maravillosos, increíbles e impresionantes; si ya sabes lo que opino de ti, que eres una maravillosísima persona, que te adoro, y que vales más que cualquier cosa...

Con sinceridad, humildad y totalidad de las palabras, para ti; tú eres tu propio tesoro, no te pierdas.