lunes, 29 de octubre de 2012

Por qué no llevo relojes.

Por ahí he escuchado que el tiempo es vida. Y la vida es agua.
El tiempo fluye, viene en recuerdos. Aflora en lágrimas bajo tus párpados. No te espera, corre. Se te escapa entre los dedos. Te impregna de su aroma inexistente. Él, sólo como tiempo y como agua, acaba reflejando quién eres. Te forja, como las rocas del acantilado. Te desgasta. Te deja sólo hueso; hueso roído.
El tiempo, como el agua.
Además, es una soga. Te ata. A un lugar, a una gente. A una época. Te dicta, como autoritario gobernador de ti, tu compañía. Tu casa, tu educación, tu trabajo. Tus mejores personas, y las peores. Si llevas el pelo rizado, o camiseta azul. Dicta modas, te liga a la gente de tu generación. A lo que se diga por entonces. A cómo hablas. A cómo gesticulas, lo que sabes y dejas de saber.
Es aquel que ligó los barrotes a la celda, aquel que te somete y te mata. También, detesto decirlo, el que te da la vida.
Por eso no llevo relojes; por estar aquí sentada, en las escaleras de mi calle, observando a la fauna, cada una presa de su tiempo. Escuchando exageradamente cada ruido de alguna ave, perdida entre los arbustos que dan a la autovía. En un día gris, escribiendo, sola. Escuchando a mi vecino toser. Todo esto preso de su tiempo, encarcelado en su época, en aquello que le tocó vivir; por eso no llevo relojes, que es como no mirar la jaula en la que estás metido, y limitarte a piar y aletear en tu ignorancia, aprisionada. Como tener delante un muro, y mirar al cielo, aquello inalcanzable y que, por tanto, no te pone límites.
No llevo relojes por librarme del sentimiento de tener un gobernador, al que no puedo matar porque tampoco nadie le da la vida, porque no es real, y aún inexistente nos amenaza. Por todo su poder. Por cómo se alza ante nosotros.
Sin reloj, intento ser anacrónica, o "policrónica". No encerrarme en mi época, en mi tiempo. Intentar cavar un túnel, con un martillo de gemas, como en "Cadena Perpetua". Con una cucharilla de yogurt. Pero no limitarme. Para vivir de mí, y no del tiempo, huyo del reloj.

No hay comentarios:

Publicar un comentario